132015En aquel tiempo, los once discípulos fueron a Galilea, a la montaña donde Jesús los había citado.
Al verlo, se postraron delante de el; sin embargo, algunos todavía dudaron.
Acercándose, Jesús les dijo: “Yo he recibido todo poder en el cielo y en la tierra.
Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado.  Y yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo. Mt 28,16-20

La Palabra de éste domingo está llena de expresiones muy cercanas a cada uno de nosotros como personas y como docentes.
Jesús está a punto de dejar la tierra y subir al cielo, deja lo que el hombre conoce, lo terrenal y comienza a enseñarnos algo desconocido y clave, la experiencia de cielo para cada uno de nosotros. A partir de ese momento nuestra Fe se empezará a construir desde la necesidad de una opción firme por parte nuestra.
Lo extraño es descubrir también que aún había entre ellos algunos que dudaban… y no es un dato menor. Si la duda existía en el hombre teniendo frente a ellos a Jesús, como no va a existir entre nosotros hoy. La duda forma parte de nuestra vida, la clave es la entidad que le doy frente a aquello en lo que creo.
Cuando decido algo respecto a un alumno (calificación, sanción etc.)  la duda que vive en mi declara sus argumentos, pero también lo hace mi llamado trascendente y profundo a desplegar horizontes en la vida de los otros.
Descubrir a que estoy llamado como profesor, docente, directivo,  de una escuela es clave al momento de definir en que creer o que decidir.
Jesús sabe que “algunos todavía dudaban” y más allá de esto los envía a contar lo que vieron y oyeron.
La duda no debe detenernos al contrario, debe ponernos frente al desafío de una opción constante.
Frente a la duda Jesús los envía a anunciar lo que compartieron con Él, los envía a enseñar sobre su propia vida… sobre el perdón, la misericordia, el respeto y el amor al otro.
Ahí está nuestro llamado en la escuela católica y en la escuela pública  anunciar lo que Jesús hace conmigo, explícitamente  e implícitamente con el testimonio.
Si me siento perdonado, anuncio ese perdón desde la palabra y desde los gestos.
Si experimente su amor, anuncio ese amor desde cada una de mis clases y decisiones.
Si sentí su misericordia, la anuncio con miradas, abrazos, palabras  y gestos.
Que bueno es saber que mis dudas no me definen ni me detienen, que mi Dios las reconoce en mí y no le importa.
Que bueno es saber que incluso con ellas me envía cada mañana a cada curso, cada oficina y cada misa a   declarar con mi propia vida la suya.
Que bueno es saber que éste Jesús se queda siempre conmigo, no me abandona ni se aleja nunca
Que bueno que es, el poder decirle todo esto a cada uno de nuestros alumnos y a nuestros compañeros de trabajo… Hay un Dios que te ama, te perdona, te acepta como sos y no te abandona nunca. 

Fraternidad Raboni (adaptación 2012)